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Melman | |
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Información General | |
Sexo: | Porfavor |
Especie: | Jirafa culia nazi |
Nativo de: | EN LA ALEMANIA DE 1914 |
Resid.: | Las puertas del inframundo |
Apariciones | |
Primera: | Madagascar |
Resto: | Feliz Madagascar Madagascar: Escape 2 Africa Madagascar 3: Europe's Most Wanted |
Cameos: | Travesura Navideña |
Voces | |
IShowSpeed (Inglés) Juan Guarnizo (Hispanoamérica) AuronPlay (España) (Ver: Doblaje) |
Melman es una jirafa del Zoológico de Central Park. Junto con Alex, Marty y Gloria, es un personaje principal en las películas de la saga de Madagascar. Su nombre completo es Melman Mankiewitz. También el ama a Gloria
Melman fue llevado al Central Park Zoo cuando era joven.
Es una jirafa hipocondríaca que sabe todo sobre medicina. Se preocupa especialmente por su nueva situación en Madagascar debido a la ausencia de humanos y de pruebas médicas que le hagan sentirse protegido. Él ha amado a Gloria desde hace mucho tiempo.
Representación en las películas[]
Madagascar[]
Madagascar 2[]
El Último Viento de Melman[]
En la Alemania de los años 40, Melman era un joven soldado nacionalsocialista, ferviente defensor de una ideología que creía que traería grandeza a su país. Nacido en una pequeña aldea, había crecido con las promesas de un futuro brillante, pero la guerra lo llevó a las trincheras, donde la realidad era muy diferente a la que había imaginado.
Melman sirvió en el frente oriental, enfrentándose a enemigos y a su propio miedo. A medida que los días se convirtieron en meses, la guerra comenzó a cambiar su perspectiva. Las victorias se volvieron escasas, y la incertidumbre se apoderó de sus pensamientos. Durante una misión, se encontró con un grupo de científicos que trabajaban en un proyecto secreto: un explosivo de destrucción masiva.
Desconcertado, Melman escuchó las discusiones sobre el potencial de la bomba y su capacidad para cambiar el curso de la guerra. Aunque estaba atrapado en su deber militar, comenzó a cuestionar el verdadero costo de esa "grandeza" que se prometía. Las voces de sus compañeros, llenas de fervor, se entrelazaron con las de aquellos que habían perdido todo por el conflicto.
Un día, mientras se preparaban para una ofensiva, Melman recibió la orden de proteger el sitio donde se probaría el nuevo explosivo. Esa noche, el cielo se iluminó con un brillo ominoso. La explosión resonó como un trueno en el horizonte y, aunque el ejército celebró un éxito, Melman sintió que una sombra se cernía sobre él.
Los días pasaron, y Melman fue asignado a una misión en una ciudad que había sido arrasada por el bombardeo. Al llegar, se encontró con los supervivientes, rostros marcados por el dolor y la pérdida. En sus ojos, vio la desesperación que había contribuido a crear. Fue un momento de revelación: la ideología que había defendido había traído más sufrimiento que gloria.
Desilusionado y atormentado por sus acciones, Melman decidió desertar. Sabía que era un acto arriesgado, pero su conciencia no podía soportar más el peso de la guerra. Sin embargo, el destino tenía otros planes. Mientras trataba de escapar, un nuevo ataque se desató, y la misma tecnología que había ayudado a proteger se volvió en su contra.
La explosión resonó con una fuerza inimaginable. Melman, atrapado en medio de la devastación, comprendió la ironía de su situación: había luchado por un futuro que ya no existía. En sus últimos momentos, reflexionó sobre su vida, los ideales que había seguido y la humanidad que había olvidado.
El silencio que siguió fue ensordecedor. En un mundo marcado por la destrucción, Melman se convirtió en un recordatorio de los peligros de la ideología ciega y la guerra. Su historia, un eco de lo que significa ser humano en medio del caos, resonaría más allá de su trágico final.